En los años 90 esta comuna era uno de los lugares más peligrosos y violentos de Colombia, luego de que se convirtió en el lugar perfecto para el tráfico de drogas por su difícil acceso y sus múltiples callejones.
Fue considerada por mucho tiempo como ‘La cuna de Pablo Escobar’ que le declaró la guerra al estado y se volvió el epicentro de una guerra entre paramilitares, ejército y Pablo Escobar, quien reclutaba sus sicarios para quienes la carrera criminal era la única forma de poder subir el escalón social.
Después de la muerte de Pablo Escobar en 1993 su estructura quedó huérfana y la Comuna 13 quedó a manos de paramilitares como las FARC. En el 2002, el estado colombiano decide retomar el control sobre la comuna a través de varias intervenciones militares.
En la actualidad, es mucho más tranquilo gracias al apoyo del estado y sobre todo al esfuerzo de su comunidad.
Graffitis en lugar de armas
El desarrollo del turismo de la Comuna 13 es gracias al arte urbano y a las nuevas generaciones que han sustituido las armas por los graffitis. Cada uno de estos espacios artísticos tiene su historia inspirada en el pasado de la comuna y hablan de paz y esperanza. Convirtiéndolo en la galería de arte más grande de Colombia.
Además, destaca por sus danzas, músicas o por su gastronomía. En las calles hay varios shows de hip hop, también encontrarás varios restaurantes, bares y miradores con una vista increíble de la ciudad.
Uno de los atractivos turísticos que permite llegar a este lugar son las escaleras eléctricas, que han traído beneficios a esta comunidad agilizando la movilidad en los ascensos y descensos diarios, facilitando los desplazamientos de personas de la tercera edad y mejorando la calidad de vida de los ciudadanos. Se ha confirmado que próximamente funcionarán con paneles solares.
Otro es el metrocable que permite contemplar la Comuna 13 de Medellín y toda la ciudad desde el aire, una experiencia enriquecedora que permite tener las mejores vistas para una buena foto.
Todo esto lo ha convertido en un lugar de ejemplo y superación social. Es el símbolo de que Medellín dejó atrás su pasado violento.